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Siempre juntas: política y filosofía

La filosofía y la política moderna son dos entidades complejas que se entrelazan en una danza eterna de poder y reflexión. Como diría el gran Gabriel García Márquez, "la filosofía es la hermana gemela de la política, siempre están juntas, aunque no siempre en armonía".

En su obra, García Márquez exploró la política y la sociedad de América Latina, y comprendió la importancia de la filosofía en el pensamiento político. La filosofía no solo nos ayuda a comprender el mundo, sino que también puede inspirar a la acción política, como ocurrió en la Revolución cubana liderada por Fidel Castro. La política moderna ha sido influenciada por filósofos como Jean-Jacques Rousseau, John Locke y Karl Marx, quienes han propuesto teorías y conceptos que han dado forma a la sociedad actual. Por ejemplo, Locke argumentó que los derechos y libertades individuales son inalienables, lo que ha llevado a la creación de democracias modernas basadas en la soberanía popular y la protección de los derechos humanos.

La relación entre la filosofía y la política moderna no siempre es armoniosa, como García Márquez lo sugiere. A menudo, las teorías filosóficas pueden ser malinterpretadas o utilizadas para justificar la opresión o la exclusión. También hay una brecha entre la teoría y la práctica, donde las políticas públicas pueden no estar alineadas con las teorías filosóficas en las que se basan.

En última instancia, la filosofía y la política moderna están destinadas a coexistir en un baile perpetuo de reflexión y acción. La filosofía puede inspirar a la política, pero la política también puede desafiar y enriquecer la filosofía. La clave es mantener un diálogo constante y crítico entre ambas entidades, y trabajar para crear una sociedad más justa y equitativa basada en principios fundamentales de derechos humanos y libertades individuales.



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